Con el aumento de la edad se va produciendo una disminución del tono muscular y por tanto, una disminución de la coordinación motora, debido al envejecimiento fisiológico del organismo. Se pierde agudeza visual y auditiva, nos movemos de forma más lenta y con dificultad y llegamos a cansarnos más rápidamente. Por ello, el objetivo de los fisioterapeutas y terapeutas que trabajan en residencias geriátricas es ayudar a nuestros ancianos a recuperar su psicomotricidad a través de la terapia psicomotriz.
Al hablar de psicomotricidad nos referimos a la relación existente entre la función motriz de la persona y su capacidad psíquica, donde se enmarca la parte socio-afectiva que le lleva a establecer su comportamiento y sentimientos hacia el mundo que lo rodea. Realmente podemos resumirlo con el concepto de terapia global que vincula las dimensiones emocional, cognoscitiva y motriz del individuo.
El movimiento es la base de esta terapia pero éste no se reduce a una simple actividad mecánica, sino que a su vez, está influido por la propia función psíquica. Así nos encontramos con que el ejercicio físico es el centro de este tratamiento terapéutico, sobre todo el dirigido a mejorar la parte aeróbica, ayudando al anciano a retardar el agotamiento energético de los órganos de su cuerpo y a su vez, a través de este movimiento el individuo se relaciona con lo que le rodea. Por tanto, gracias a la psicomotricidad podemos modificar y mejorar las relaciones interpersonales.
En las residencias geriátricas sabemos que mejorando el movimiento integral de las personas mayores logramos acrecentar su independencia funcional y consecuentemente, hacemos que su calidad de vida sea mayor. Por eso, el apoyo terapéutico que se realiza en estos centros geriátricos debe ser integral, siendo conscientes de que muchos de los ancianos, aparte de su limitación física necesitan de compañía y comprensión por sentirse solos, a pesar del apoyo de sus familias.
Antes de empezar a trabajar con la persona debemos tener en cuenta su edad, sexo, cuáles son sus condiciones físicas y las principales características de su personalidad. Es muy importante adaptar nuestro vocabulario, tono y el volumen de nuestra voz para dirigirnos a ellos. Esto a veces no se tiene en cuenta y es un grave error y poco profesional. A los ancianos hay que darles órdenes sencillas y claras, hablarles despacio y en el caso de que fuese necesario, acompañar nuestras explicaciones con gestos corporales que faciliten su comprensión.
La realización de ejercicios se debe hacer de forma suave, siempre sin llegar a sobreesfuerzos, alternando entre diferentes tipos para evitar el aburrimiento y ayudándonos de diferentes objetos como pelotas, cuerdas, e incluso con música. Siempre debe haber periodos de descanso para evitar fatigar a la persona mayor.
La terapia psicomotriz debe tener una duración de 20 a 45 minutos, de 3 a 5 veces por semana y en cada sesión se combinarán ejercicios aeróbicos, de estiramiento, de reeducación postural y de marcha. Nunca debemos premiar a nuestros mayores por realizar bien sus ejercicios ni fomentar la competitividad entre ellos. Cada persona es diferente y a unas se les puede dar mejor un tipo de ejercicios que a otros.
Recuperando la psicomotricidad en el anciano a través de la terapia psicomotriz, conseguimos acrecentar su nivel de autonomía física y psicológica, su capacidad de adaptación a nuevas situaciones, fortalecemos su sociabilidad y en definitiva, logramos mejorar su salud y su calidad de vida.