Los últimos estudios sobre salud y nutrición determinaron la existencia de diabetes en, aproximadamente, el 20% de las personas mayores de 75 años. Si además, tenemos en cuenta que la mitad de estos pacientes no son conscientes de que tienen la enfermedad, el control de la diabetes en las personas mayores debe ser un aspecto importante a tener en cuenta en toda residencia geriátrica.
Esta enfermedad se produce por una mala utilización de los azúcares, bien por una falta de insulina, la hormona producida por el páncreas para controlar el azúcar en la sangre, por resistencia a ésta o por ambas. La diabetes produce la mayor tasa de mortalidad prematura y puede dar lugar a otras enfermedades y trastornos como el ictus. Además, las personas que lo sufren presentan hiperglucemia, porque su cuerpo es incapaz de movilizar el azúcar hasta los adipocitos, hepatocitos y células musculares para ser almacenado como energía.
Existen diferentes factores que predisponen a la personas mayores a sufrir diabetes, como la obesidad, la falta de ejercicio físico o el uso de determinados medicamentos. Uno de los que más influye es la edad, ya que al aumentar, por un lado disminuye la secreción de insulina y por otro, aumenta la resistencia a la misma.
Como hemos comentado, el principal problema es que si no se controla adecuadamente, puede dar lugar a una serie de complicaciones, llegando incluso a provocar la muerte prematura del anciano. Algunas de éstas puede ser afectación renal, ocular, accidentes cardiovasculares, insuficiencia cardiaca o cardiopatía isquémica.
Las alteraciones de la vista son bastante frecuentes en las personas diabéticas. Por ello es recomendable revisarla al menos una vez al año, una vez diagnosticada la enfermedad.. En estas revisiones, se realiza un estudio de la agudeza visual, se mide la presión ocular y se examina el fondo de ojo, para detectar a tiempo cataratas, glaucomas o retinopatía diabética.
Otra complicación que se suele presentar son los problemas en los pies. Estos se producen como consecuencia de las alteraciones de la circulación sanguínea y la disminución de la sensibilidad nerviosa en las extremidades inferiores. Hay que tener especial cuidado para evitar la aparición de infecciones que puedan conducir a su amputación.
Un buen tratamiento de la diabetes debe basarse, sobre todo, en la educación nutricional, el ejercicio físico, el autocontrol analítico y el conocimiento de la enfermedad y de sus posibles complicaciones. El objetivo que deben marcarse en las residencias geríatricas, en el cuidado de ancianos con diabetes, es mantener las cifras de glucosa en sangre dentro de los valores deseables el mayor tiempo posible, para evitar así, el desarrollo de otro tipo de enfermedades.
Una buena dieta debe basarse siempre en el estado de salud de cada anciano y tiene que ser equilibrada, con un adecuado aporte de proteínas, minerales y vitaminas. Los hidratos de carbono deberían suponer el 50-60% de las calorías aportadas al día, excepto en el caso de la sacarosa, que se debe intentar sustituir por otros hidratos de carbono, y que no debe superar nunca el 5-10% de las calorías totales. El consumo de fibra también es importante, ya que permite disminuir la absorción de los hidratos de carbono y las grasas. Éstas deben estar controladas, no debiendo sobrepasar nunca el 30% del total de las calorías de la dieta, porque pueden llegar a ocasionar trastornos cardíacos debido al aumento que producen en el colesterol sanguíneo.
Para los diabéticos y para los ancianos en general, se recomienda la realización de 4 a 5 comidas al día: desayuno, media mañana, comida, merienda y cena. La razón de esto es mantener estables los valores de glucosa en sangre durante el día. Es conveniente que se realicen siempre a la misma hora, porque tener un horario regular contribuye a la mejora del control de la glucemia.
Pero no sólo con la comida se puede controlar la diabetes. En nuestra residencia geriátrica en Siero sabemos que el ejercicio físico es un complemento indispensable que nos permite mantener ese control. Este ejercicio debe ser adecuado a la edad y al estado físico de la persona mayor. Siempre es preferible realizar ejercicio moderado de manera regular, que de gran intensidad y en un corto período de tiempo.
Al hacer ejercicio se consigue que el músculo consuma más glucosa, reduciendo los valores de ésta en sangre y por tanto, aumentado la eficacia de la insulina. Un buen paseo o un poco de natación son los ejercicios más recomendables para un diabético.
Resumiendo, una dieta adecuada, un poco de ejercicio y una medicación de apoyo, en caso de necesitarla, son los pilares básicos en los que se amparan las residencias de la tercera edad, para mantener el control de la diabetes en personas mayores.